26 de junio de 2012

PORTISHEAD





Salieron al escenario frente a una gran expectación y no defraudaron. Los de Bristol vinieron con el propósito de dejarnos con la boca abierta y lo consiguieron. Acompañados de unos visuales de impacto, fueron ejecutando una tras otra las canciones de su repertorio. Entre ellas, sus éxitos más aclamados: Roads, Glory Box o Wandering stars, además de algunos de los temas más potentes de su último disco, mucho más electrónico que los anteriores.

Una precisión fuera de lo común que hizo que no sonara ningún instrumento más alto que otro, junto a una perfecta y sobrecogedora voz de Beth Gibbons, mantuvieron al público sumido en un silencio sepulcral que solo rompían para las aclamaciones al final de cada canción.
Y es que hubo momentos para todos los gustos, pasajes totalmente instrumentales que lograban transportarte a otras atmósferas; instantes en el que la intimidad y la cercanía eran tales, que parecía que estuvieran haciendo un concierto particular para cada uno de los asistentes; y para rematar, secuencias de imágenes fusionadas a la perfección con la música que multiplicaban las emociones.

Una hora y media de concierto que pasó como si fueran cinco minutos. Una puesta en escena firme pero sencilla, sin adulaciones, sin recrearse, simplemente haciendo lo que mejor saben hacer.
PORTISHEAD demostró que, tras casi 20 años de carrera, siguen siendo unos de los grandes del panorama musical actual.



2 comentarios:

Marina Navarro dijo...

Qué grandes.

flauteta dijo...

Estuve alli too!
Grandes, gigantes.